
Quizá es una de las primeras lecciones a aprender y la más
difícil de asimilar. Alguien pensará que se me está yendo la cabeza, pero es la
máxima respecto la diferencia entre estar comprometido con alguien y estar
implicado, los huevos con beicon. ¿Cómo?, ¿Que es lo mismo? Para nada. No
“preocuparse” que lo aclaro. “Un cerdo y
una gallina quisieron hacer un plato de huevos con beicon. La gallina solo
estaba implicada, pero fue tarde cuando el cerdo se dio cuenta que él era el
único comprometido”.
En la reunión con mi
todavía no-socio comentamos, ¿cuánto tenemos que poner?. Yo fui el primero en
hablar. “Pongamos 15.000 sextercios cada uno!. Son mis ahorros de toda mi vida,
pero si no hago esto por este plan de empresa, por quién lo voy a hacer?”. La
cuadratura de ojos y la cara de pánico de mi socio me dejó claro que había
pinchado en hueso. Entonces me di de bruces con una absoluta realidad. No es
que mi socio no fuera cerdo, simplemente no tenía más beicon.
Era la
hora de buscar financiación para mi socio, yo ya tenía lo mío resuelto. Le
expusimos nuestra idea a decenas de bancos. Lo contamos con tanta elocuencia y
entusiasmo que a todo el mundo le gustaba nuestra idea. Lápidas con luces,
nadie había hecho nada parecido por lo que tiene que ser algo innovador.
La mayoría de los bancos nos dijeron que rellenáramos una
barbaridad de formularios, e incluso que nos presentáramos a concurso de
emprendedores, pero la realidad fue que básicamente no le interesaba a nadie.
Finalmente encontramos un alma caritativa que nos explicó la situación. Ningún
banco iba a ser más cerdo en la empresa que mi socio en este caso. Es decir, el
banco estaba dispuesto a poner dinero (vaya, qué sorpresa), pero siempre menos
del que pondría mi socio (a tomar por culo).
Finalmente mediante avales familiares etc, mi socio encontró
la financiación que necesitaba, pero ya no era lo mismo. No es lo mismo que el
banco te financie tu empresa, que te den un préstamo personal con los avales
correspondientes. El primero te da una pista de que tu empresa es interesante y
tienes un socio económico y el segundo como si quieres dedicarlo a comprar una
parcela en la luna, al banco le da igual.
Posteriormente me enteré que parte de la razón de que a mi
socio le aprobaran su préstamo es porque yo era su socio y yo era solvente. Y es fácil, esto
lo explicaré más adelante pero doy un adelanto. Cuando posteriormente pedimos
algún préstamo para la empresa, el banco como es lógico pedía un avalista, y
siempre tenía que ser yo, básicamente porque mi socio ya estaba empeñado hasta
las orejas con el préstamo que le concedieron para la creación de la empresa,
con lo que lo hacía a todos los efectos insolvente de cara al mantenimiento
económico. Una de las preguntas más duras que tendrás que hacerte es…. ¿tengo
el socio adecuado?, y esta pregunta tiene un doble sentido. Mi caso ya lo he
explicado, pero si le preguntarais a mi socio, probablemente la respuesta sería la misma.
¡Objetivo conseguido!
¡Dejad vuestros comentarios!. Seguro que podéis aportar vuestra propia experiencia
Próximamente....
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